Mi color no se asemeja al
violento y caótico de mi país. Me gusta la luz de París, mis colores son
italianos, una de mis referencias constantes es Piero de la Francesca. Amo el
siglo XV italiano”. Sin embargo, no produce una ruptura con su Colombia natal
ya que, como él reconoce, tiene con América Latina una profunda relación
platónica.
Botero retrata también la
vida del pueblo y sus personajes, sus atuendos, la arquitectura, los hábitos y
los rituales, “pero hay algo más en estas imágenes. En ellas laten las
distintas fuerzas que hacen a la América Latina, hispana y arcaica, moderna y
exuberante”
Decíamos que el arte de Botero crea identidad. Nos referíamos a que su
arte es profundamente latinoamericano. Dice Vargas Llosa en un bello ensayo
para un bello libro dedicado a la obra del colombiano: « No es necesario
haber visto personalmente los pueblos colombianos de Antioquia en los años
cuarenta, para reconocerla realidad social subyacente en el mundo de imágenes
de Botero. Todo lo que, yo veo en él pertenece sin duda al Perú de mi infancia…
Cada latinoamericano descubrirá en este calidoscopio de imágenes,
sensaciones, sueños, costumbres determinadas, típicas por completo de las
ciudades y los pueblos de todo este continente ».
Su idea de « forma expresiva divergente », su tratamiento
« deformado » de los temas europeos, ya era una práctica en los escritores
y artistas coloniales que afirmaban a través de la deformación su americanía.
Sor Juana Inés de la Cruz, parte del estilo de Góngora para crear un mundo
personal, y son muchos los pintores y arquitectos que
« americanizan » los modelos importados y transforman a las Vírgenes
y los santos en santos y Vírgenes criollas. Variando los modelos, cambiando en
los bodegones las manzanas y limones europeos, por papayas y guayabas; dando un
tinte oscuro, amulatando, la tez de los ángeles, enfatizaban lo americano. El
propio Botero insiste en su pertenecía a un mundo que tiene una especificidad
cultural, que le puede permitir dialogar con Europa, sin imitarla: « Para
mí, una personalidad como Rivera tiene máxima importancia. El nos mostró a
nosotros, los jóvenes pintores de América Central, la posibilidad de practicar
un arte que no tiene porqué estar colonizado por Europa. El mestizaje me
atraía, la mezcla de cultura autóctona y de cultura española ».
Desde nuestro nacimiento nuestra identidad se forma a partir de muchas
identidades. Fragmentadas, deformadas. Esto nos pone en crisis, sobre quien
somos. Siendo el país latinoamericano mas occidental, muchas veces no
despegamos de lo latinoamericano. Pero no somos un país “mal ubicado”. Seguimos
siendo latinoamericanos. Con elementos europeos que hemos adoptado y forman
parte de nosotros. Una cosa no quita a la otra. Somos todo.